Cuando septiembre luce los primeros pantalones largos y blusas nocturnas, la vuelta al cole y al trabajo de las masas, Formentera reluce entre el sosiego y la calma, tras un estío intenso.

Privilegiados son aquellos que postergan su descanso tras los meses de junio, julio y agosto. El final del verano y el arranque del otoño resulta, para estos afortunados viajeros, el momento perfecto para adueñarse de playas poco pobladas que además permiten disfrutar de íntimas puestas de sol. Formentera se convierte en territorio de paseos infinitos entre faros rodeados de silencios, acallados por los majestuosos susurros del oleaje.

Dormir en Formentera permite la posibilidad de visitar la menor de Las Pitiusas. Porque un otoño en el Mediterráneo es un cóctel que combina placenteros días de sol, sin temperaturas extremas, con largos paseos por la playa premiados con chapuzones refrescantes en solitarias aguas cristalinas. El combinado otoñal se adereza con algún día de tormenta en el que los faros y los acantilados dibujan una fantástica estampa espectral y misteriosa.

Encontrar alojamiento barato en Formentera es más sencillo y saborear nuestra cocina en buenos restaurantes no requiere luchas para reservar una buena ubicación con las mejores vistas.

Por eso y por mucho más, un alojamiento en Formentera en otoño es tu mejor opción.